–Más albahaca!
Hacían falta más hojas tiernas de albahaca para preparar el pesto en cantidad suficiente para la cena. La pasta venía cocinada de casa de Nuria. Las hojas tiernas de albahaca, en cambio, estaban a diez metros de la mesa, recogidas de la tierra de El campo, que paradoja, un campo que es un solar, que es de cemento. También estaban a mano los pepinos de la ensalada que acompañaba la pasta, y los rábanitos –aliñados con aceite y sal, qué ricos!!–, recogidos directamente del huerto. Lo mismo pasaba con los cubiertos, los platos, los vasos, no hacía falta ir a casa a por ellos, estaban guardados en un armario con forma de contenedor de obra situado en medio del solar que es campo que es plaza en medio de Madrid.
Como una cena familiar en una casa colectiva. Sin techo, con huerto y bancos balancines con vistas al huerto. Con luz –electricidad!–, con agua, incluso con un baño para mear las cervezas de la cena. –He dicho cervezas? cervezas en la calle? pero se puede beber en la calle? y comer? y cocinar? –qué no es la calle! es una gran casa abierta! –no! es una plaza, un espacio público, pero cedido.. , –pero si es cedido no es público! y si alguien lo cede a alguien, sigue siendo propiedad de alguien… o alguien lo cede a todos? –se pueden ceder plazas? se puede ceder la calle? –se puede “ceder el paso”… pero, la calle? –digamos que es algo híbrido –frígido?? –no! en realidad es una mezcla, como una plaza de un pueblo pero con actividades de ciudad… –un pueblo en pleno centro de la ciudad?
Mientras tanto, en la otra zona de la plaza, un circo con payasos amenizaba la tarde a los más peques y los menos peques unidos a carcajadas. Las gradas, sin carpa pero con carpa, estaban a reventar. Era como el circo que llegaba a las plazas de los pueblos… - he dicho pueblo otra vez?. Sí, “como en un pueblo” fue la expresión que más se repitió durante la cena. En El campo de cebada (ECDC) viene el circo, se come en familia y los niños se construyen casas en las esquinas, como las cabañas que construíamos en el pueblo. Y todo a la vez. Es Madrid, la Latina, la Cebada, un pueblo dentro de otro pueblo dentro de otro pueblo.–Hace frío, molaría bajar las mantas de casa, –No, de casa no! del armario de la plaza! –una plaza con armario común!!? –y con mantas para cuando hace frío!!
Sacar las mantas a la calle y sentarse en sillas sí que es de pueblo. Comer directamente del campo, de un huerto, también. Faltan las gallinas, ¿podrían vivir gallinas en el centro de Madrid? Aprovechar sus huevos ¿y comer tortilla? ¿montar una granja? Da igual, lo importante de un lugar como ECDC es poder comer en medio de la ciudad sin tener que pagar por una terraza. Es perder el MIEDO a comer y a cocinar en un espacio público. En este momento es cuando recuerdo las fiestas de la calle, donde yo crecí, en Getafe, en otro pueblo, ahora otra ciudad. Hacíamos comidas en largas mesas lineales donde nos sentábamos a comer todas las familias de la misma calle. Ahora, veinticinco años después, los pequeños hemos crecido, nos hemos independizado a otros barrios y apenas sabemos que ha sido el uno o del otro. Y nuestros padres, que siguen viviendo en la misma calle, no se hablan entre ellos, apenas se saludan si coinciden al entrar o salir de casa. Mi calle, donde transcurría vida y encuentros y escondites y partidas chapas y de fútbol ya no existe como lugar de vida. Y las casas son fortines íntimos y privados. ¿Por qué no recuperar esos usos? ¿Es un retroceso volver a recuperar costumbres que nuestras madres, padres, tíos, abuelas y abuelos desarrollaban de manera natural en sus pueblos, en su entorno cultural?. ¿Vivir en la ciudad es vivir dos vidas a la vez, fuera y dentro de los hogares? ¿el espacio de lo íntimo y privado es incorrecto o incómodo en los espacios públicos y/o abiertos? ¿cómo se relacionan lo íntimo y la ciudad? ¿la cotidianidad y la representatividad? ¿lo anónimo y lo público? ¿lo privado EN lo público? ¿tiene sentido desarrollar espacios domésticos en espacios públicos?
Son tantas preguntas… continúo con más: ¿Era exclusiva la cena de pasta con pesto que preparamos y comimos juntos aquella noche? ¿la gente que pasaba por allí se sentía invitada a comer?. ¿Qué es “El campo de cebada”? ¿es una plaza, un solar cedido, un grupo de personas/vecinos, un espacio/contenedor de actividades culturales al aire libre? ¿una terraza para cenar gratis en verano? ¿un espacio doméstico para los que se acostumbran a usarlo? ¿un lugar equipado?… ¿qué es un “lugar equipado”?
Todas estas preguntas se están poniendo en juego ¡y en práctica! en el desarrollo intenso del proceso de ECDC. Pero además, es primordial abrir el espacio necesario para hacerlas explícitas y tomar conciencia. Es importante desde la experiencia de ECDC recuperar otra manera de relacionarnos sin olvidarnos de recuperar el espacio de la reflexión lleva consigo. Seguimos con las preguntas.
¿Hacía donde va ECDC? ¿cómo se relaciona con el mercado y con la reivindicación ciudadana de algo que fue arrebatado -la piscina pública-? ¿qué pasó con la subvención que aportó el Ayuntamiento a través de los Planes de Barrio? ¿cómo se ha distribuido? ¿va a ver más los próximos años? ¿Qué son los Planes de Barrio? ¿Qué papel juega realmente el Ayuntamiento en el proceso? ¿Se implica en el proyecto o simplemente lo vende? ¿Y la Asociación de Vecinos del barrio? ¿Y la Asociación de vecinos del barrio de al lado? ¿Y la Federación de Asociaciones de Vecinos, FRAVM, que firmó el contrato de cesión? ¿cómo es el contrato? ¿dónde está? ¿Y los ciudadanos? ¿Cuántos se implican realmente en el proceso? ¿Como es la relación con los vecinos, y con los que vienen de fuera de otros barrios? ¿Cuántos vecinos participan? ¿hay sistemas de evaluación de uso o indicadores? ¿Por qué hay tantos arquitectos alrededor de ECDC? ¿Qué supone ECDC a Madrid?
Muchas preguntas que deben tener espacio en este blog y en las asambleas. Demasiadas preguntas, pero no es cuestión de agobiarse, al revés, es cuestión de gritarlas fuerte, es la constatación palpable de que estamos vivos en un espacio vivo. Vivos! vivas! viva!.
Y antes de terminar y seguir gritando, me apetecía sobre todo escribir este post para compartir la experiencia con la que empezaba: hacía mucho que no me encontraba tan agusto, tan feliz, tan cuidado y cuidador en una noche cualquiera de casi otoño en madrid, cenando en familia al aire libre en pleno centro de la ciudad. En un lugar que no es campo ni plaza ni terraza de bar ni solar ni pueblo ni casa ni espacio público ¡sino todo a la vez!. Una noche especial por el simple acto subversivo de compartir mesa bajo el cielo de Madrid con gente tan maja, alegre y cercana como las que participan activamente en el grupo de huertos de ECDC. Aunque fuera la primera vez que me sentara a la mesa con ellas. Para ellas, mi amor y todas las plazas de pueblo con huertos.
Después de la cena vinieron los licores y… ¿quién ha dicho que en ECDC no hay intimidad? También existe: un día como otros, muy emocionante en ECDC. Y las emociones, como las preguntas, también se gritan y comparten, ocupan y crean espacio, al mismo nivel que las actividades. ¿Cena familiar o taller de pesto?
–Más albahaca!